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lunes, julio 30, 2007

CONCEPTUALIZACION DEL DESARROLLO PROFESIONAL (DPC)

(Fragmento del libro Desarrollo Profesional Creador, en prensa.- La Habana, 2002)
Ovidio D´Angelo Hernández

En ésta , una de las partes centrales del trabajo, presentamos nuestra conceptualización del DPC, construida en base a los referentes de nuestras propias elaboraciones anteriores de la categoría Proyecto de Vida. Sin embargo, la conceptualización, ahora enriquecida con nuevas aportaciones, se sustenta en los distintos acápites en los enfoques de la persona reflexiva y creativa que hemos asumido y en los enfoques de desarrollo de competencias humanas y profesionales, respecto a los cuáles hacemos nuestras propias precisiones. La parte final de esta parte se dedica a la manifestación de esta conceptualización en el campo específico de la actividad científica.

El Desarrollo profesional Creador lo consideramos en base al modelo de formación y desempeño de la persona reflexiva y creativa en su actividad profesional, lo cuál, como veremos, es consistente con las concepciones actuales del profesional reflexivo.

En nuestro caso, se aplica a la formación del investigador científico como persona reflexiva y creativa y como profesional reflexivo.

El Desarrollo profesional lo podemos conceptualizar, no sólo como el grado de preparación que el trabajador ha logrado o está en vías de lograr para desempeñar un tipo de trabajo dentro del espectro de posibilidades de una cierta profesión sino, además, como el conjunto de procesos de carácter subjetivo, que se expresan en sus capacidades, disposiciones y orientaciones motivacionales y en otros recursos y potencialidades de su personalidad (que, en su conjunto, denominamos ahora competencias humanas y profesionales) y que le permiten construir planes y Proyectos de Vida en la dirección del desarrollo personal y del logro de un desempeño exitoso en su actividad profesional (D´Angelo O. 1994).

En este sentido, estamos refiriéndonos a la formación de competencias generales y específicas de su quehacer profesional y a la construcción de estructuras y procesos psicológicos de su actividad vital, que más adelante abordaremos detenidamente.

Al apuntar a un Desarrollo Profesional Creador (DPC) nos remitimos, por tanto, a las características y procesos de la persona reflexiva y creativa en su actividad profesional.

El Desarrollo Profesional Creador (DPC) como dimensión del Proyecto de Vida en el ámbito profesional.-

El Proyecto de Vida, como formación psicológica integradora de la persona en direcciones vitales principales implica, de una parte, las relaciones de todas las actividades sociales de la persona (trabajo, profesión, familia, tiempo libre, actividad cultural, socio-política, relaciones interpersonales de amistad y amorosas, organizacionales, etc.); de otra, es expresión del funcionamiento de diferentes mecanismos y formaciones psicológicas que integran todo el campo de la experiencia personal.

El Proyecto de Vida se distingue por su carácter anticipatorio, modelador y organizador de las actividades principales y el comportamiento del individuo, que contribuye a delinear los rasgos de su Estilo de Vida personal y los modos de existencia característicos de su vida cotidiana en todas las esferas de la sociedad.

El “Proyecto de vida”, lo definimos, de manera más precisa, como un subsistema psicológico principal de la persona en sus dimensiones esenciales de la vida... es un modelo ideal sobre lo que el individuo espera o quiere ser y hacer, que toma forma concreta en la disposición real y sus posibilidades internas y externas de lograrlo, definiendo su relación hacia el mundo y hacia sí mismo, su razón de ser como individuo en un contexto y tipo de sociedad determinada (D’Angelo, O., 1995).

Esto quiere decir que las “orientaciones vitales específicas de la persona” se ubican en su contexto social propio y se organizan en base al sistema de estructuras individualizadas de autodirección personal, que conforman funciones autorreguladoras como las motivacionales, autovalorativas, autorreflexivas, de autodeterminación y otras.

En el Proyecto de vida se articulan las siguientes dimensiones de situaciones vitales de la persona (D’Angelo, O., 1998):

-Valores morales, estéticos, sociales, etc. y Orientaciones de la personalidad.
-Programación de tareas-metas vitales-planes-acción social.
-Autodirección personal: Estilos y mecanismos psicológicos de regulación y acción que implican estrategias y formas de autoexpresión e integración personal y autodesarrollo.

Al referirse a la importancia de esta construcción de futuro para la existencia social de la persona, J. Nuttin expresa que, por un lado, "el hombre, más que adaptarse simplemente al mundo, busca adaptar el mundo a sus proyectos..." (Nuttin Joseph,1967, 12); de otro, "el proyecto de futuro introduce una cierta unidad en el conjunto de actividades que forman parte de él. Así la suma enorme de comportamientos realizados, por ejemplo, en vista de la preparación de una carrera y de la realización progresiva de un proyecto en la vida social, forma cierta unidad de conducta y de motivación. Cada segmento de comportamiento que se inserta en esta perspectiva de vida no es más que artificialmente aislado del proyecto de conjunto del que forma parte". (1967, 4).

Visto desde ese ángulo el Proyecto de Vida puede concebirse, además, como el conjunto de planes vitales que corresponde a cada esfera de la actividad personal y sus interrelaciones, lo cuál se aplica a l campo de la vida profesional, entre otros.

El Desarrollo profesional creador, desde nuestra elaboración, puede entenderse como la dirección que asume el Proyecto de vida en la actividad profesional, a partir de la conformación de una dimensión general de la vida profesional (Desarrollo de la Perspectiva Profesional-DPP), que expresa el marco referencial más amplio de ubicación de la profesión en el Contexto social y personal de los Proyectos de Vida.

O sea, el DPP es esa “ perspectiva de vida” a que se refería Nuttin, referida a la actividad profesional y que sólo adquiere sentido de unidad en la configuración total de los proyectos de vida de la persona.

A su vez, el Desempeño profesional en la actividad específica (DPE) constituye la otra dimensión importante de expresión del DPC, referida a las modalidades concretas en que se desenvuelve la actividad profesional del individuo en un medio determinado, con un conjunto de condiciones y limitaciones dadas que, en nuestro caso, están referidas al campo de la actividad científica. En otros acápites se abordan más directamente estos elementos.

El enfoque crítico-reflexivo y creativo del desarrollo de la persona en su contexto social.-

La conceptualización del Desarrollo Profesional Creador (DPC), que elaboramos como marco conceptual del presente trabajo se fundamenta, en sentido general, en el enfoque de Proyecto de Vida y en el enfoque de desarrollo de la persona crítico-reflexiva y creativa, elaborado en los trabajos anteriores de PRYCREA.

No obstante, la conceptualización del DPC ha requerido una elaboración renovada y complementaria para abordar el campo de la actividad científica.

Las corrientes humanista, histórico-culturales, constructivistas, de pensamiento crítico y liberadora, presentan un interés especial para la formación de un tipo de persona y de sociedad en la que los procesos de reflexión y creatividad se unen íntimamente al desarrollo de valores éticos que crean la posibilidad de establecer modos de relaciones humanas y racionales entre las personas, sobre la base del alto valor del respeto mutuo y la consideración recíproca.

En base a estas fuentes, fuimos perfilando un enfoque integrativo de la persona reflexiva y creativa, que se basa en los siguientes principios teóricos:

- Interrelación funcional de competencias humanas sobre la base del pensamiento de más alto orden, la creatividad, las disposiciones afectivo-motivacionales y los procesos de autodirección de la persona.

- Unidad esencial de la experiencia cotidiana de los individuos en situación de interacción reflexiva y cooperada en torno a temas de sentido vital., en su contexto profesional y social.

Este enfoque integrativo de la persona reflexiva y creativa tuvo su marco referencial en las elaboraciones del Programa PRYCREA para el Desarrollo de la Persona Reflexiva y Creativa. (González A.-1994,1999; D´Angelo O.-1994,1996, 1998) y constituye ahora una de las fuentes importantes de la conceptualización del Desarrollo Profesional Creador.

- La persona reflexiva-creativa y la Autodirección personal.-
Las características del pensamiento reflexivo y la creatividad son redimensionadas en el plano del individuo en su condición psicológica y social, considerado como persona.

Ello supone la interrelación funcional de procesos y contenidos psicológicos (cognitivos, afectivos, motivacionales, etc.) y su expresión en toda la amplitud de la vida y relaciones del individuo en la sociedad. Por eso, las características reflexivas y creativas las aplicamos no sólo a la construcción del conocimiento y el aprendizaje sino a los temas de la expresión amplia de la persona en diversos campos de su vida social, lo cuál tiene, además, importantes connotaciones en la conformación de sus valores. (D´Angelo, O. 1996,21,3).

Así, el campo de acción de lo reflexivo y creativo trasciende al ámbito de la experiencia vital y de la práctica social de los sujetos que aprenden y construyen una proyección de vida basada en una posición argumentada, creadora, sustentada en valores sociales positivos. (D´Angelo, O. 1998).

En este momento, deberíamos introducir algunas diferencias o implicaciones del empleo de las nociones de "persona" y "personalidad", que elaboramos en trabajos anteriores. (D´Angelo O., 1996):

"Personalidad" sería la noción que designa la interacción entre procesos y estructuras psicológicas constituidas en subsistemas reguladores, a manera de configuraciones individualizadas. De esta forma, sería la noción integrativa apropiada para un análisis funcional-estructural de esos procesos en estrecha vinculación con las actividades sociales del individuo.

"Persona" se referiría al individuo humano concreto que funciona en un contexto sociocultural específico de normas, valores y un sistema de instituciones y esferas de actividad social, en los que asume responsabilidades y compromisos ciudadanos y pone de manifiesto determinados roles ejecutados desde su posición social, realiza sus proyectos de vida y mantiene estilos de vida específicos en las diversas relaciones sociales.

Ambos planos de análisis, el de personalidad y el de persona, confluyen en el análisis del individuo concreto, considerado integralmente como persona social, con un modo de funcionamiento matizado entre los polos de mediocridad o plenitud, estancamiento o desarrollo, destructividad o constructividad.

Como hemos afirmado, aún con tendencias a interrelacionarse, ambas nociones han sido tratadas con relativa independencia; la de personalidad, por la psicología general y la de persona, parcialmente, por la filosofía, y otras disciplinas sociales.

Sin embargo, la referencia indiferenciada a ambos planos de análisis, con el uso indiscriminado de los dos conceptos, por diversos autores, trae como consecuencia confusiones e imprecisiones, sea que se enfaticen más, por un lado, el plano funcional-estructural psicológico (el de la personalidad) que la comprensión totalizadora del individuo humano concreto, que tiene un modo de funcionamiento psicológico, pero también tareas y funciones precisas en el sistema social.

De otra parte, la consideración de la persona, el individuo social, al margen de sus niveles de funcionamiento e integración psicológica, deja todo un vacío a la explicación de las interrelaciones sociales.

Es por esto que promovemos la más amplia articulación de ambos tratamientos como fundamento de una teoría integral del individuo social.

En nuestro caso, este redimensionamiento de la interrelación entre "persona" y "personalidad", se nos plantea como un pre-requisito para la comprensión del concepto de persona reflexivo-creativa e íntegra.

El enfoque del desarrollo de la persona reflexiva creativa e íntegra aborda, entonces, la comprensión, investigación y transformación de los individuos, en los planos de:

‑ -la interrelación funcional de procesos psicológicos autorreguladores, motivacionales y cognoscitivos que se hallan en la base de la integración armónica de pensamiento, emoción y acción ("plano de la personalidad").
‑ -la construcción de una posición ante la vida y de una proyección y acción personal en el contexto social concreto, argumentada, creadora, sustentada en valores positivos (plano de la "persona").

Se trata de dos planos que se cruzan y articulan en la dimensión real del individuo concreto que construye sus proyectos vitales.

La Autodirección como característica importante de la persona reflexiva-creativa destaca el aspecto de su proyección y realización personal y social constructiva, autónoma y desarrolladora.

El enfoque holístico de la persona y de la creatividad, que conceptualizamos a través del Modelo conceptual DPC, es afín con la idea de “ formar personas efectivamente preparadas para enfrentar los cambios y reaccionar frente a lo inesperado. Personas con capacidad para pensar, sentir y realizar. Personas igualmente orientadas hacia sí mismas, hacia los demás y hacia su entorno. Personas con sensibilidad para valorar el pasado, vivir el presente y proyectar el futuro.” (López Ricardo, 1999, 121).

De eso se trata en nuestro enfoque de Desarrollo Personal Creador, orientado hacia la conformación de Proyectos de Vida autorrealizadores y creativos, constructivos y con una connotación ética: proactiva y prosocial, en los más disímiles ámbitos de la experiencia vital, en la actividad social y profesional.

Destacamos la estructura psicológica de Autodirección personal como el conjunto de procesos de autodeterminación y de autorregulación de la personalidad orientados hacia fines generales del individuo, que conforman las líneas temáticas y los mecanismos de cohesión y consistencia personal a través de los proyectos de vida.

La persona reflexiva creativa e íntegra se caracteriza por un alto grado de autonomía.

Para América González, la creatividad es concebida como "la potencialidad transformativa de la persona, entre una de cuyas dimensiones se pondera la autonomía." (A. González, 1994, 88).

La autonomía personal se puede considerar, además de uno de los componentes de la Autodirección personal, como una de las Orientaciones disposicionales importantes de los Proyectos de Vida de las personas reflexivas y creativas.

Estos Proyectos vitales pueden ser consistentes y efectivos, personal y socialmente, si se fundamentan en una sólida autodeterminación personal.( D´Angelo O., 1991,1994 ).

Esto se expresa en la posibilidad de pensar la realidad con criterio propio, sacar las propias conclusiones de los acontecimientos personales y externos. Independencia de criterio y decisión, que supone un desarrollo reflexivo, una madurez personal y una postura autocrítica.

Además, una postura personal autónoma implica tomar decisiones consecuentes con ese modo de pensar, valorando los juicios de los demás, pero basándose en su propia experiencia y código de valores, sin someterse a presiones irracionales de los demás y responsabilizarse por el resultado de las acciones, respetando con ellos el derecho de los demás y aportando al bien común (Obujowski. K., 1976).

La autonomía o autodeterminación personal supone valoración de las consecuencias sociales de los actos, su contribución y aporte a la sociedad, el conocimiento de la realidad personal y social.

Un Proyecto vital autorrealizador, que se base en la autodeterminación personal, se construye sobre las siguientes premisas:

-Desarrollo de la imaginación y la anticipación de eventos y escenarios futuros.
-Representación clara de las metas y aspiraciones así como las motivaciones que inspiran el desarrollo permanente de sus potencialidades y su consistencia con los valores fundamentales de la persona.
- Elaboración de estrategias de realización que promuevan su logro.
- Formación de una disposición a cumplir las tareas y planes con tenacidad y disposición al riesgo y al fracaso y a la retroalimentación y control de la actividad de la persona.

Todo ello requiere tomar en cuenta la experiencia, y autorregular, rectificar o modificar la visión general, expectativas, aspiraciones y metas, planes y acciones futuras, de acuerdo con las nuevas situaciones presentadas y los límites de las posibilidades propias y del contexto.

La autorregulación de la persona no es un fin de una determinada actividad específica en sí misma, sino que adquiere sentido en relación con los propósitos generales de la vida del individuo. De ahí que enfaticemos el concepto de Autodirección, articulable con el de Proyecto de Vida y que subsume los procesos autorreguladores generales de la personalidad, y lo diferenciemos de la expresión de los mecanismos de regulación de la actividad profesional específica que el individuo pone en juego.

Es en éste sentido general de la autodirección al que apuntamos, en consonancia con la tendencia de las teorías de la personalidad (Allport., G. 1965 , González Rey, Fernando, 1985 ) para diferenciar su acción y complejidad en el nivel más alto de estructuración y funcionamiento de la personalidad, de una acepción más estrecha en que consideramos necesario tratar de los procesos de autorregulación en las actividades específicas.

Se requiere aclarar, entonces, el sentido que le han imprimido determinados autores al término autorregulación indistintamente de los dos niveles que planteamos. Ejemplificaremos ésto con la consideración de dos autores: A. Labarrere y L. I. Bozhovich, comentados por I. García (1999). La autorregulación, en un sentido general sería: ¨toda la actividad que un sujeto realiza a fin de generar, mantener y modificar su comportamiento en correspondencia con fines u objetivos que han sido trazados por uno mismo o aceptados como personalmente válidos (Labarrere, A., 1995).

Esta caracterización general de la autorregulación, considerado en el nivel superior por nosotros, como Autodireción de la persona, está muy vinculado a los procesos de autodeterminación y al aspecto volitivo-intencional del comportamiento conectados con las orientaciones valorativas fundamentales de la personalidad.

La necesaria delimitación conceptual propiciaría una mejor comprensión del funcionamiento de las estructuras y mecanismos de la personalidad, por lo que nos inclinamos a distinguir el concepto de Autodirección y los procesos de autorregulación en niveles más específicos de las acciones o las tareas del individuo.

Hacia esto parece apuntar el propio A. Labarrere cuando destaca que el concepto de autorregulación ha sido concebido, en muchos casos, como sinónimo de autorrealización, independencia personal, voluntad, entre otras, que expresan como mecanismo subyacente la dirección de la conducta por motivaciones y necesidades elaboradas significativamente; es decir, asociado con la orientación consciente de la conducta de acuerdo a la esfera motivacional del sujeto.

La autora soviética L.I. Bozhovich también expresa, en el mismo sentido, que la autorregulación es la manifestación de un funcionamiento armónico de la personalidad, una dirección consciente del comportamiento, estimulada por motivaciones y necesidades específicamente humanas que se forman en las relaciones sociales, es decir, un sistema armónico de complejas formaciones motivacionales situadas en una estructura jerárquica que expresa motivos dominantes de la personalidad y que determinan una orientación de la misma y que alcanzan fuerza de estímulo, supeditando otros procesos e instancias de la personalidad. (Bozhovich, 1976).

La autora plantea como procesos esenciales en el desarrollo del sistema autorregulador de la personalidad, la consolidación de la autovaloración, el desarrollo de la autoconciencia, de los procesos autorreflexivos y de otros como las intenciones, objetivos, planes de acción que se articulan con los motivos, ampliados y desarrollados en la evolución de la personalidad. La autorregulación y la autodeterminación, según Bozhovich, se convierten en las vías para que el hombre se transforme en persona, para que se oriente por objetivos conscientemente planteados. (Bozhovich, 1972).

Como puede apreciarse, en Bozhovich, al ubicar la autorregulación al nivel más alto de la personalidad, como correspondería, según nuestra opinión a los procesos de Autodirección, no queda claro cuál sería su campo de expresión en el orden de los procesos de control y regulación de la actividad específica, lo que posee, también una importancia determinada para la efectividad del desempeño del individuo.
Vistos en el plano de las acciones concretas en una esfera de actividad específica, los procesos de autorregulación, guardan más relación con la acción de los procesos metacognitivos y de planificación-control de las acciones, la expresión de expectativas y metas, nociones de autoeficacia y locus de control de las acciones específicas, entre otros. Las teorías motivacionales, cognitivas y de procesamiento de la información, cognitivas sociales y otras, se entrelazan aquí en una coincidencia productiva, que tratamos en nuestro modelo investigativo del DPC.

En el diseño investigativo, el propósito general consiste en:

Desarrollar competencias generales y profesionales en personas involucradas en actividades de investigación y desarrollo, a través del aprendizaje de métodos reflexivo-creativos, que les permitan entender, apreciar, problematizar, manejar y transformar la propia actividad y los escenarios investigativos y proveer resultados aportadores, con alto sentido de compromiso personal y social constructivo.
Es en esa dirección que se aplica el modelo del DPC detallado más arriba, en sus dos
dimensiones:

- Desarrollo de la Perspectiva Profesional (DPP)
- Desempeño en la actividad profesional específica. (DPE)

La Problematización Creadora constituye el eje temático central sobre el que se estructura toda la presente propuesta transformativa de nuestro proyecto. Ello se aplica, tanto al enfoque de la Perspectiva Profesional como al desempeño en la Actividad Específica.

Esto quiere decir que todos los aspectos temáticos abordados en ambos niveles de expresión se enfocan a la transformación problematizadora conducente a nuevos reenfoques, tanto de la perspectiva profesional más amplia y de futuro, como de replanteamiento reflexivo-creativo de los procesos de la actividad específica.

Recordemos que la integración de estas dos dimensiones (DPP y DPE), en los diseños investigativos-transformativos, contempla los siguientes campos temáticos interrelacionados:

1) - Transformación de las situaciones -problema generales y específicas.
2)- Posibilidades del desarrollo profesional en la actividad específica.
3)- Actualización y organización de conocimiento relevante
sobre la actividad específica (Apropiación del dominio).
4)- Autorregulación del desempeño en la actividad específica.
5)- Trabajo cooperado en equipo

Por tanto, todas esas líneas temáticas se encuadran desde el enfoque de la Problematización Creadora, en el cuál se integran como elementos componentes.

Toda la actividad transformativa está dirigida al trabajo con un enfoque de problematización, tanto desde la perspectiva de las situaciones problémicas perspectivas o inmediatas del desempeño profesional, como en el nivel de profundización problematizadora de las situaciones. En ambos casos, la exploración y descubrimiento, identificación, planteamiento, reenfoque y proyección del Problema (ya se trate del campo del desarrollo profesional o personal general) constituyen la dirección investigativa transformativa central de este Proyecto.

A este nivel de consideración de la Autodirección personal debemos remarcar un objetivo principal: la transformación del individuo en persona que se dirige a su autodesarrollo o autorrealización a través de actos bien razonados y comprometidos con los objetivos de progreso humano social. Esto vale también para el ámbito de la actividad profesional y es de gran importancia para la realización de la actividad de investigación científica.

Se trata de la contextualización del desarrollo personal y profesional en relación con el compromiso social asumido hacia metas de progreso, entendidas en el marco de referencia histórico-concreto de cada sociedad específica que dota a esas metas de un contenido a la vez propio y universal.

La amplitud creadora de la autorrealización tiende a resolverse a través del enfoque transformativo dirigido al desarrollo de las potencialidades de la persona, ya que este enfoque crea las bases reales para ese despliegue creativo en todas las áreas de la vida personal, aunque la mayor efectividad creativa pueda desempeñarla preferentemente, en uno u otro de los campos de actividad.